La mañana comenzó con una provocadora pregunta en la eucaristía: ¿qué le pedirías a Dios para ti, para tu Provincia y para la Orden, si el te ofreciera concederte algo?
Confieso que es una pregunta que me ha descolocado, porque a ciertas edades uno ya desear, lo que es desear se le ha olvidado un poco. De todos modos la enseñanza estaba en saber pedirle a Dios equilibrio en la vida, entre las ansias y necesidades personales y el plan de Dios.
La sesión de la mañana se dedicó a reflexionar sobre nuestra realidad como "signo profético". Y se dijeron algunas ideas que me llamaron la atenciaón:
- para ser signo hay que ser visible
- uno auténtico signo profetico es la disponibilidad de ir y actuar donde haya que hacerlo
- debemos recordar que cada hermano tiene la responsabilidad de ser testimonio para sus hemanos
- A veces es la fuerza de la inercia nos impide progresar
- Quizás ya no es tiempo de buscar ser un signo para la gran masa, para toda la ciudad, ya que los medios de comunicación nos han ganado la partida. Nuestro objetivo es se signo en nuestra comunidad concreta, en el barrio,... [Siin duda es de este modo como ganaremos la partida a los medios de comunicación, ya que no hay periódico o telediario que pueda superar el contacto personal, uno a uno, la experiencia personal concreta. Es más trabajoso y se ganan batallas una a una.... pero son los tiempos]
- La gente busca de nosoros que seamos gente interesada en Dios. En un mundo en que tanto se hace por "el interés", nuestro interés es Dios, y no el dinero, ni la mujer, ni nuestros proyectos.
Fueron palabras profundas, de una mañana en la que seguíamos oteando y saboreando el aroma del sueño que Dios tuvo sobre nosotros, y de alguna forma nos dejamos con sencillez embriagar de su aroma y su belleza, casi nos dejamos arrastrar por la hermosura del proyecto puesto en nuestras manos.... vamos, que da la impresión que seguimos creyendo en lo que somos.
A mí personalmente aún hoy me sigue seduciendo de forma arrebatadora - no sólo por la belleza, sino también por la fuerza irreflenable (Jer 20,7) - y quizás en resumen sea esa la razón que me trae aquí, a la otra parte del mundo. Aún así, me daba la impresión de que algunas de la expresiones que oía eran ciertas pero usadas, quizás gastadas. La reflexión sobre la necesidad de los signos y la exigencia de un mundo que ya no ve a Dios ni tan sólo sabe hacia dónde mirar provoca compartir ese grito, incluso reconocernos llamados a ser respuesta a esa necesidad de saber hacia dónde mirar.
Pero la expresión sobre el "signo profético" quedaba en mi memoria encuadrada con los pantalones de campana y los estudiantes armados con adoquines, con el pescador que conserva el anillo pero vende la tiara, con la menuda mujer que limpia llagas de leprosos. Tenía olor de libertad y elecciones nuevas, sabor metálico de correr delante de los grises, y textura de greñas y vestimentas alternativas.
Quién lee atentamente los libros proféticos - y la repetición del esquema en la tradición sinóptica y especialmente en Juan - descubren que las "acciones de los profetas" son reflejo de lo que dice la Palabra, de esta forma ayudan a comprenderla y a fijarla en la memoria. Son un argumento "retórico" para que el discurso sea comprendido y entendido, o bien son un modo de despertar la atención. Así cargar un yugo, abrir un boquete en la pared, romper una jarra..... son acciones proféticas, como lo son proclamar dichosos a los marginados y perdedores, repartir el propio pan para que hagamos lo mismo en memoria, ofrecer el vino nuevo de las bodas nuevas.
Más que signos proféticos son "gestos proféticos". Puntuales y llamativos. Tal vez lo que buscamos es que nuestra vida se convierta en alternativa a la mentalidad dominante, en una "opción contracultural" que se concreta en acciones que se manifiestan por seguir una mentalidad distinta de la mentalidad dominante, por se consecuenca de ver y valorar el mundo con ojos nuevos, los ojos de Dios.
Y sin embargo, nuestra vida puede ser también "experiencia de Dios, oasis del Reino". La fraternidad generada por el Espíritu permite que la experiencia de humanidad renovada - que vive el perdón y la comunión - se manifieste en gestos, acciones, actividades, relaciones, balances, evaluaciones, criterios, opciones que muestra algo que se ve y permiten intuir algo que no se ven, que son de este mundo (y eso se ve y se nota) pero siendo también de otra ciudad. Nuestra vida puede ser "signo sacramental", y por eso mismo ser presencia del Reino, aunque aún no sea pleno.
La otra idea que habría completado de haber tenido voz.... es que nuestra dimensión profética nos viene por el bautismo, en que somos ungidos "profetas". Y es cierto, somos "voceros de la Palabra", pero también se unge a los niños como "sacerdotes" y así son puentes entre Dios y los hombres.... y se unge "reyes", y son por tanto "guías para el pueblo".... pero quizás esto es un jardín que me aleja de la narración del día.
La disgresión anterior me la permito por dos motivos. El primero es que esto no es una crónica oficial ni oficiosa, que yo no soy nadie más que el tipo de la guitarra - among many other skills, como dice John - y otros escriben la crónica de lo que aquí pasa. Yo dije que escribiría lo que "a mí" me pasa.
La segunda razón es que ya que paso el día diciendo las palabras de otros, este rato en el silencio de la noche, en la soledad, también tengo mi terapéutico derecho a decirme lo que me apetece.
De todos modos era una excusa para poder decir ahora que el encuentro de la tarde me lo he perdido, por trabajo y sobre todo por gracia de Dios. La tarde se dedicó a reflexionar sobre la colaboración entre las distintas circunscripciones de la Orden. Claro que la fotocopiadora decidió no andar "fina" a la misma hora.... y la wifi hacía de las suyas... y quizás Dios quería prevenirme de más cicatrices en el corazón.
La clave de cómo fue la tarde me la dieron Robert y Hyancinth, Hermanos venidos de Kenia y Nigeria respectivamente, mientras saboreábamos un Bloody Augustine un tanto empalagoso (el cocktel de hoy, primo carnal de Bloody Mary... .pero corto de vodka). Su mirada africana y su mirada de provincias nuevas habían observado la asamblea de la tarde con perpleja atención. Había habido un cambio importante en las intervenciones, en la densidad de las frases dichas, de las ideas compartidas. De alguna forma el paso de lo teórico a lo concreto había adormecido la elocuencia.
En cierto sentido, confrontarnos con la realidad de la colaboración es una consecuencia lógica después de haber recordado nuestra identidad como "alma una", la dimensión universal de la Orden, aunque concretada en la comunidad local, y la exigencia de ser un signo de un Reino nuevo. Pero al confrontarnos, como ocurre ante un espejo, con la colaboración - que no sólo es una oportunidad o una conveniencia, sino sobre todo es una exigencia de nuestra identidad - igual que ocurre ante un espejo, se nos devuelve la realidad tal y como es, de hecho tal y como la hacemos.
Me venía a la memoria una de las oraciones de estos días.
“En la tierra somos viajeros, siempre en camino. Esto quiere decir progresar: dar pasos hacia adelante. Te desagrade siempre lo que eres, si quieres conseguir lo que no eres. En realidad, en donde te complaciste en ti mismo, allí te quedaste. Si luego has dicho: Basta, además has perecido. Añade siempre, avanza siempre, progresa siempre. No te pares a lo largo del camino, no retrocedas, no te desvíes” (Serm 165,15,18)
Pero no quiero hablar de la unidad, porque hoy es ya un día sagrado y ya me he causado mucho dolor por ello. Sí quiero recordar algo que decía Bob mientras en la noche degustábamos el fin del día como excusa para estar un rato juntos. Decía que a veces le da la impresión de que usamos nuestra identidad, nuestra espiritualidad agustiniana como algo de lo que enorgullecernos, de lo que sentirnos orgullosos, pero después nos falta el coraje para encarnar lo que las palabras significan.
Por eso fue su mirada, africana y joven, sin historia remota, sin grandes monasterios que honrar, héroes que renombrar, ofensas de honor que perdonar o herídas fraternas que sanar, ellos, libres de lastres y audaces le explicaban a este Lastra porqué esta tarde se había temido hablar de lo personal, de lo concreto, de lo cercano. Y yo podía añadir - pues sí conozco las heridas, las ofensas, los héroes y los monsaterios - que el pasado y las opciones nuestras y de otros pesan, que el tiempo parece repetirse, que las barreras separan, pero resultan cómodas porque dan seguridad.
Son ellos los que me han inspirado el final de esta nota, ahora que es de madrugada y que me han dicho que no soy el único en no dormir.... (creí que sólo era mi conciencia la intranquila...)
Termino con algo poco ortodoxo. Es un pequeño desafío o un estúpido sueño de críos...
La cuestión es unir los siguientes 9 puntos cuatro líneas (con cinco líneas lo hace cualquiera.....) y sin dejar fuera a ninguno, evidentemente.
Mañana la respuesta, si nadie la encuentra, (y si la encuentras, por favor, no la digas, no quites "magia")
Que paséis un hermoso día de Santa Tecla, patrona apócrifa de la informática (que es lo que me hace "existir")