La cruz de Magallanes |
Sea como fuere, el caso es que la peregrinación comenzaba conun vuelo de madrugada hasta la isla de Cebú, donde llegábamos a media mañana para visitar directamente la Basílica. Allí nos recibieron de forma solemne, con colares y bienvenidas y una comida fraterna en la que se habían tomado la molestia de hacer una paella en recuerdo a la herencia española. Rápido viaje al hotel, check in y ducha veloz y a la Basílica de nuevo
La eucaristía se celebraba a las cuatro, pero tuvimos unos minutos antes para repasar el lugar. La Basílica del Santo Niño de Cebú es la primera iglesia en Filipinas y el primer convento agustino. El Niño parece haber sido traído por Magallanes quien, a su llegada, lo regalo a los habitantes de Cebú que lo acogieron con devoción. Desaparece por un período y es encontrado en una choza por alguien de la expedición de Legazpi y Urdaneta, quien entiende la necesidad de construir una iglesia que después será la basílica y convento de los agustinos de Cebú.
Uno puede mostrarse algo excéptico ante los exvotos que se presentan y los relatos de curaciones. Pero hay dos cosas que a mí - con mi racionalismo conocido y sobre todo con mi herencia materialista - no he sido capaz de comprender. La primera, y más impactane es la inmensa muchedumbre que se acerca a rezar al Señor Santo Niño. Su devoción es tal que, durante las noches, cuando cierran las puerta, encienden velas fuera de la verja del atrio, alrededor de la iglesia. Tal es la afluencia de personas que los viernes se celebran 13 misas. Alguno subrayaba que ni la todo devota Santa Rita tiene esa presencia el día de la fiesta en Casia, Bologna o incluso Milán....¡y sólo un día!
La otra cosa que me conmovió es ver cómo mis Hermanos del Capítulo se acercaban discretamente a rezar junto a la imagen nada más llegar a la Basílica (es decir, .....antes de ir corriendo a comer). Y por la noche, tras la cena y los bailes de cultura filipina de rigor, alguien sugiere entre bromas que quizás sería bueno darle las noches al Niño, para que duerma bien. Y el prior se ofrece a abrirnos la capilla sólo a nosotros, y conscientes del privilegio nos abalanzamos sobre él, su llave y su iglesia.... Y en el silencio del rumoroso pueblo de Cebú, allí, frente al Santo Niño, la memoria de los agustinos se encuentra con el presente de los agustinos.
Las tareas y las fatigas del pasado, las incertidumbres y sueños que sólo la historia cuajaría y que los muros de la iglesia ratifican se encuentran con los nuevos sueños, ideas, proyectos junto con desilusiones y cansancios. De alguna forma eramos uno con lo que vino antes, para ser uno también en lo que vendrá después.
La frase que explicó la jornada después de la fiesta la pronunciaba el P.General que nos recordaba que el misterio del Santo Niño es fundamentalmente el misterio de Encontrar a Cristo, con sus dimiensiones de sorpresa y de esperanza satisfecha. Y con eso se cepilló de un plumazo la discusión que los científicos exégetas de la expedición tenían cuando, ante tanta pasión, tanta devoción popular y frailuna, tanta iglesia, tanto culto y tanta veneración a una estatuilla de leño, nuestros reconocidos escrituristas citaban con alegría el cuarto capítulo de Juan y aquella respuesta a la mujer de Samaría.... No se dará culto al Padre ni en este templo ni en Jerusalén, sino en Espíritu y Verdad. Mucho se nos podría corregir, pero estaba clara la corrección de la gente: dijéramos lo que dijéramos que decíamos que Juan quería decir, es evidente que en la Basílica del Santo Niño se rinde culto a Dios. Quizás porque es un modo en el que los peregrinos celebran el misterio de encontrar a Jesús.
La otra cosa que me conmovió es ver cómo mis Hermanos del Capítulo se acercaban discretamente a rezar junto a la imagen nada más llegar a la Basílica (es decir, .....antes de ir corriendo a comer). Y por la noche, tras la cena y los bailes de cultura filipina de rigor, alguien sugiere entre bromas que quizás sería bueno darle las noches al Niño, para que duerma bien. Y el prior se ofrece a abrirnos la capilla sólo a nosotros, y conscientes del privilegio nos abalanzamos sobre él, su llave y su iglesia.... Y en el silencio del rumoroso pueblo de Cebú, allí, frente al Santo Niño, la memoria de los agustinos se encuentra con el presente de los agustinos.
Las tareas y las fatigas del pasado, las incertidumbres y sueños que sólo la historia cuajaría y que los muros de la iglesia ratifican se encuentran con los nuevos sueños, ideas, proyectos junto con desilusiones y cansancios. De alguna forma eramos uno con lo que vino antes, para ser uno también en lo que vendrá después.
La frase que explicó la jornada después de la fiesta la pronunciaba el P.General que nos recordaba que el misterio del Santo Niño es fundamentalmente el misterio de Encontrar a Cristo, con sus dimiensiones de sorpresa y de esperanza satisfecha. Y con eso se cepilló de un plumazo la discusión que los científicos exégetas de la expedición tenían cuando, ante tanta pasión, tanta devoción popular y frailuna, tanta iglesia, tanto culto y tanta veneración a una estatuilla de leño, nuestros reconocidos escrituristas citaban con alegría el cuarto capítulo de Juan y aquella respuesta a la mujer de Samaría.... No se dará culto al Padre ni en este templo ni en Jerusalén, sino en Espíritu y Verdad. Mucho se nos podría corregir, pero estaba clara la corrección de la gente: dijéramos lo que dijéramos que decíamos que Juan quería decir, es evidente que en la Basílica del Santo Niño se rinde culto a Dios. Quizás porque es un modo en el que los peregrinos celebran el misterio de encontrar a Jesús.
Existe otra realidad en Cebú para la que no estaba totalmente preparado. Fuera de nuestro retiro del Capítulo Filipinas nos golpeó con su auténtico rostro de pobreza. Con niños mendigando a la puerta de la iglesia, mercados esparcidos por la calle y bicicletas como modo de trabajo, con personas que te paraban en la calle pidiendo unos pesos, con casas desvencijadas.... con un mundo que, explicando el evangelio del domingo, nos decían que construye barreras insalvables entre el que tiene y el que carece.
Predicaban así en el convento de las Agustínas de Mojón, donde nos acercamos por la mañana para compartir con ellas la eucaristía y después con los novicios el desayuno.
Fue interesante preguntarnos una vez más qué respuesta dábamos a un evangelio que pone en nuestras manos la construcción - y por tanto destrucción - de unas barreras que separan a hombres y mujeres en función de los recursos económicos.
En cierto modo, surge el miedo de encontrar la muerte y tras ella a nadie que por nosotros abra la puerta desde dentro. Pero al mismo tiempo somos capaces de desmontar el complejo de no poder salvar todo el mundo al recordarnos los pequeños lugares en los que nuesrta manos rompen parte de esa barrera. Quizás por eso, con gran sabiduría, los novicios de la Provincia de Cebú están en un barrio de gran pobreza. Y tienen el monasterio de la Hermanas contemplativas al lado. Así la oración permite interpretar la realidad con los ojos de Dios, da claridad y coraje, imaginación para crear y voluntad para ponerlo por obra. Y mirando a los otros vecinos los novicios pueden comprender que el mundo se desangra, pero a nosotros Dios nos ha puesto vendas en las manos - que no en los ojos - con las que limpiamos las heridas de los lázaros que viven en nuestra tierra, y en su caso, en su mismo barrio.
Después nos llevaron a conocer la nueva casa de espiritualidad que están construyendo y que a mí me recordó muchísimo a Guadarrama.... en muchos aspectos además del arquitectónico. La excursión tuvo una importante anécdota, acuñamos un lema para el capítulo, igual que el de los soldados americanos "no one left behind", porque nos hemos ido dejando frailes con una facilidad pasmosas tirados en uno u otro lugar. "Elq que no esté, se queda en tierra" es un punto que creo que alguno quiere incluir en la nueva versión de la regla de vida conventual.... mejor dejo esto.
¡Por fin hemos ido al Pacífico! Tal y como lo imaginaba. Tras tanta visita, rezo, viaje... al final honramos el domingo con una comida "en la playa". ¡y vaya playa!
La comida, como está siendo estos días, la podéis imaginar: arroz, ensalada de arroz, pastelillos de arroz y por su puesto arroz blanco (sin tomate, eso sí). Pero la vista de la playa ha merecido el "estreñimiento potencial". El agua era como una sopa, pero la vista.....
Creo que alguno piensa venirse a vivir aquí.
Y poco más. Después vuelo de regreso, bus de regreso y a contemplar como Alonso nos daba una alegría a nosotros y otra a Ferrari y por ende a los italianos. Y a dormir que quedan tres días y hay que cerrar bien este proyecto de andar "capituleando"
3 comentarios:
Y aún te sigo....
Vaya fin de semana, no os faltó de nada, cumple, playa, baile y más arroz.
Ya te digo... lo del Niño de Cebú ( como el de Praga) lo sostienen quien lo necesita, y está muy bién descender a ese nivel y dejarse contagiar. Esa es también la fe de la Iglesia...
Te siento un poco cansado,o quizás relajado, o quizás menos exigente, o quizás ya tienes todo lo que esperabas, no se muy bien, en las largas distancias se pierde mucho el detalle. el brillo, lo auténtico....<besos
Miguel no tienes muchos comentarios en el blog, pero eso no significa que no se lea... desde luego es más subjetivo pero mucho mejor que las crónicas.
Gracias por el esfuerzo y la gentileza de acercarnos lo que pasa. Un abrazo muy fuerte. José Luis
Muchas gracias, Miguel, por tus "crónicas, comentarios y reflexiones". Te sigo puntualmente. Nos haces sentirnos dentro del Capítulo, vibrando con la Orden.
Continuad firmes y despejad nubes para que la luz llegue esplendorasa a todos el mundo agustiniano y, por ende, a todos aquellos a quienes nos dedicamos.
Un fuerte abrazo( Y felicidades por tu aniversario).
Eliseo
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