El viernes algunos de los Hermanos llegados a Filipinas fuimos a visitar una antigua "hacienda", donde conocimos algo más de la cultura filipina, su música, sus comidas..... y su aterrador tráfico. Podría dejaros fotos del momento de la comida en el río, de las danzas o del viaje en Caribu.... pero el momento más memorable fue el regreso al Seminario, donde nos acogieron para cenar, después de cinco horas interminables de coche en las que "cantamos y caminamos". Con voluntad y con serenidad aprendimos a cantar en swahili y en ningala.... y al llegar celebramos la eucaristía.
Estábamos siete agustinos, de siete países y cuatro continentes.
El segundo momento intenso del fin de semana fue la profesión solemne de la Hermana Agnes, del monasterio de la Madre del Buen Consejo, en San José del Monte, en Bulacán. La novedad no sólo está en que alguien decida dedicar su vida totalmente a Dios, y que lo haga en la Orden de San Agustín - lo que ya es algo extraordinario - sino que Agnes es la primera Hermana coerana de la Orden, y profesó en un monasterio que se fundó hace diez años casi como respuesta a un sueño, a una intuición o a una aventura. Fue un momento importante para renovar la fidelidad a aquél que nos llamó. Utilizó la lectura del libro de los Reyes en la que Elías marcha en busca de Dios al Horeb.... y le encuentra en la suave brisa. El P.General exhortó en la homilía a recordad la importancia que la dimensión contemplativa tiene en la vida cristiana y específicamente en la vida agustiniana.
Así que el viernes y el sábado viví experiencias de fraternidad plural y difusa de la Orden, me sentí cerca de quienes estaban muy lejanos.... y esa, junto con una larga noche de traducción, fue la preparación inmediata para comenzar con el Capítulo General Intermedio
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