lunes, 3 de septiembre de 2007

Con sorprendente puntualidad ha comenzado esta mañana el 182 Capítulo General Ordinario. A mí me tocaba descanso, primero porque casi todo se habló en español, y segundo, porque Alberto llegó a tiempo para torear este primer toro (la edad es un grado, señores)

Esto de los Capítulos tiene un poco de protocolo al principio. Oración, saludo del Prior General, lectura del nombramiento del Presidente, discurso inaugural, lectura de los capitulares...vamos, que la mañana se ha ido en protocoleos.

Algo más de miga ha tenido la discusión sobre la forma de proceder, el orden en que se tratarán los temas. Al final, como muchos son nuevos en esto, pues hay que enseñar a cada uno las cosas típicas esas de reunirnos y discutir temas.

De esta mañana, hay que resaltar el discurso de apertura. Algo así como situarse "sobre un monte de 1300" (o más bien de 2007) para mirar primero hacia atrás y después hacia delante. Recordarnos que la Orden es hija de San Agustín y de la Iglesia (papá y mamá respectivamente, que luego andáis pensando cosas raras) y, una vez más, insistir en la centralidad de nuestra vida interior y nuestra vida comunitaria. Algo que sabemos y que no está mal recordar.
Desde el mismo monte se lanza una mirada hacia lo que tenemos delante, un mundo lleno de desafíos que está esperando que le demos una respuesta desde el don particular que es nuestro carisma y que nos planteará el reto de responder de forma siempre antigua y siempre nueva, tanto en nuestro mensaje como en las estructuras de las que nos servimos.
Después papeo fraterno y momento de reposo (hay que empezar con serenidad) ya que esta tarde nos vamos a trasladar a Ostia, donde celebraremos la misa inicial del capítulo. No está claro si tendremos allí un éxtasis, aunque si alguien pierde la consciencia me temo que sea por el húmedo calor con que Roma nos ha recibido.
Bueno, mando este mensaje y me subo al autobús. Esta noche más.





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